jueves, 7 de marzo de 2013

El mundial de la marihuana.


El mundial de la marihuana

Durante 25 años, fanáticos de la marihuana se han reunido en Ámsterdam para rendirle pleitesía al cannabis y ELEGIR LA MEJOR VARIEDAD DEL MUNDO. Entre seminarios, semillas y ceremonias, 5.000 fumadores llegaron a Holanda.

DIEGO ARGUEDAS ORTIZ
 diegoarguedasortiz@gmail.com | revistadominical@nacion.com
PUBLICADO EL 25 DE NOVIEMBRE DEL 2012
El policía alto –ambos son torres, pero ‘el más alto’– se acuclilla frente a un tipo barbudo que abre su salveque para que el primero inspeccione su contenido. Entretanto, el otro oficial parlotea con un hombre que medio minuto antes le mostraba varias semillas y cepas de marihuana.
“Todo en orden, caballeros”, les dicen, para que continúen hacia la siguiente inspección. A algunos asistentes los traicionó la costumbre en cuanto vieron las insignias y supieron que iban a ser revisados. Pero esto es Ámsterdam y dos uniformados no detendrán la XXV Copa Cannabis.
Desde 1987, la capital holandesa reúne cada año a fanáticos de la marihuana en un evento dedicado a elegir la mejor variedad de esta planta. ¿Cómo? Cinco mil asistentes y, entre ellos 3.000 “jueces” –cuya “condición” se gana pagando una entrada especial de 270 euros (¢173.000)– fumarán más de una veintena de tipos diferentes hasta dar con la variedad ganadora.
Las cepas de marihuana compiten en cinco categorías: sativa, indica, híbrida, hachís y nederhash -una variante holandesa del hachís.
Esta selección es un ritual complejo que la organización deja en manos de cada juez. Eso sí, sugieren algunos indicadores, como la apariencia (¿tiene un suave revestimiento de cristales?, ¿refleja un ligero color ámbar?), el olor (¿es picante o dulce?, ¿le recuerda a pinos, toronja o arándanos?) y el sabor (¿qué tal el regusto?, ¿desea terminarse el porro?).
Valga aclarar que no es un certamen de “la que más pega”. La Copa recomienda dejar de lado la fuerza con que sienta para concentrarse en el efecto ideal.
“Este es mi segundo año y me gusta que las variedades que pruebo tengan un olor cautivador”, confiesa Richard Hobson, cincuentón y barrigudo, de barba antidiluviana y pasaporte estadounidense.
Pero todo esto sucede un cuarto de siglo después. Primero, lo primero.

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